Grabar en mi piel tu número de teléfono, llamarte cuando estés delante por echar de menos esos labios que rozan los mio, ese instante en el que da la sensación de que hago puenting sin cuerda y que tu eres la única que me ata a la cordura. Una cuerda que no me hace daño, que me agarra fuerte para que no me caiga y ala que me aferro para no volverme loco de amor.
Empalagoso, lo se pero que puedo decir salvo que la amo que solo yo se que jamas he querido así a nadie y probablemente jamas lo haga. Un sentimiento intenso que si se pudiese explicar mil paginas ocuparía el prólogo. Nada de sentimientos burdos basados en el mero roce de dos genitales opuestos generando sudor que se propaga por todo el cuerpo, mezcla de susurros al oído y caricias en la cintura. Esa sensación de estar entre tus piernas y hacerte gritar como nunca antes. Que los vecinos llamen a las autoridades para que me detengan por quererte demasiado, que me metan en un psiquiátrico por estar loco de amor. Que me susurres la contraseña secreta de tu corazón y fallarla a propósito para que me vuelvas a susurrar al odio que me pone los pelos de punta.
Gracias por leerme,
Mario.
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