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miércoles, 14 de mayo de 2014

Hielos golpeando el cristal cada siete días.

Necesidad confusa con tendencia a ahogar esas puñaladas que te dan en el corazón. Cuando esa puñaladas se convierte en solo latidos fuertes. Esas fases que se sienten y se entremezclan que casi no lo captas, casi y solo casi lo echas de menos cuando lo pierdes. Locura de miles de palabras que llegan a la cabeza sueltas pero que en tu mente se mueven como si fuese un juego y se convierten en frases duras para tu mente.

Entrena mente y cuerpo dicen los buenos psicólogos, ¿Alguien es capaz de entrenar desengaños? ¿Alguien es capaz de entrenar las cosas que no te esperas? Como por ejemplo la vida, las relaciones.... No hay entrenamiento posible, la vida solo hay una y no debería ser legal desperdiciarla con un whisky y tu soledad durante toda tu vida. Alcohol como forma de NO vida.

Cuando un desengaño te da en el corazón, este acelera, pierde el ritmo e inclusos hay veces que se para durante segundos. Sufrimiento que solo pueden sentir los que lo padecen, solo ellos necesitan buscar esa persona que sea su cardiólogo por el resto de sus vida, esa persona que les mime, que les llene de emociones, que les abrace cuando lo necesite, que les haga bombear su corazón muy rápido.

Sentimientos a flor de camisa, por que la piel ya es esta muy vista, necesidad de respetarse si mismo, empezar a conocerse y vislumbrar sus propios limites. Olvidarse de las frases hechas, simplemente crear las tuyas propias.

Crear tu nuevo comienzo y cada siete días, nueva laguna  mental por culpa del alcohol y volver a empezar.

Gracias por leerme,

Mario.

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